Estamos en Edificada en Cristo, en el episodio anterior vimos el Salmo 46 versículo 1, y aprendimos que el versículo empieza y termina con dos verdades: Dios y las tribulaciones. Correr a Dios es la opción que tenemos para enfrentar a Su manera las tribulaciones, hoy veremos unos versículos más, enfocándonos en el temor y la presencia de Dios en todo tiempo.
EL TEMOR
En los versículos 2 y 3 veremos una constante. Vamos a ver la inestabilidad y la inseguridad de cada refugio terrenal. Leamos esos dos versículos, y luego hablaremos sobre ellos.
Salmos 46:2-3 Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios, Y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares; Aunque bramen y se agiten sus aguas, Aunque tiemblen los montes con creciente enojo.
Ahora vemos aquí una descripción de desastres naturales violentos e inusuales. Caos. Conmoción catastrófica del orden natural. Olas agitadas pegando furiosamente contra las montañas. Vemos a estas montañas siendo desarraigadas y arrojadas al mar. Nosotras conocemos bien los terremotos, y sabemos cómo puede destruir, y consecutivamente como un maremoto puede destruir vidas y ciudades enteras, cambiando incluso la geografía del lugar.
El versículo 2 habla acerca de que la tierra cedió. Esta es una imagen de conmoción extrema. Pensamos en la tierra como lo más sólido, usualmente. Hasta que empieza a temblar.
Hay cosas que suponemos que son estables y que creemos que son seguras y de un momento a otro descubrimos que no son ni estables ni seguras en lo absoluto.
El punto es que nada en este mundo, incluyendo la tierra, es seguro. Todo es inestable e incierto — todo. Va a haber terremotos. Va a haber problemas. Cosas que suponíamos que eran estables, inquebrantables y seguras pueden y van a cambiar. Van a ceder. Van a ser conmovidas. Es un recordatorio que nunca encontraremos seguridad en ningún refugio terrenal. Cualquier persona, cualquier cosa en que confiamos, está sujeta a cambio.
El texto habla de los montes, un monte no se derrumba y pensamos de estas cosas como inquebrantables. Pero el hecho es que, solo Dios es inquebrantable. Solo Él es completamente confiable, fiel, y digno de confianza.
Dios conoce que si no tuviéramos problemas, pondríamos nuestra confianza en lo que tenemos delante de nuestros ojos. Esto es muy verdadero, cuantas veces nos hemos sentido seguras en el dinero que tenemos en nuestras cuentas corrientes, en nuestros trabajos, en un país estable, fuerte económicamente y de un momento a otro todo eso desaparece.
La intención de Dios es que nuestros corazones se muevan hacia el cielo. ¿Cómo hace Él eso? Él agita problemas. Él hace que montañas se muevan y que las aguas se agiten y provoca tormentas y tempestades — literales o metafóricas — para que nos demos cuenta de que, “no puedo poner mi confianza en estas cosas”.
No hay nada, ni nadie, nadie que sea confiable. Esto es algo difícil de aceptar, y vaya que nos decepcionamos profundamente, sin embargo, Dios nos está enseñando a poner nuestra mirada en Él y no esperar más de las personas de lo que pueden dar, no idealizarlas. A la vez que nos damos cuenta de esta realidad, Dios nos está enseñando a perdonar, a amar, a Su manera, a actuar con compasión, por eso tenemos la siguiente advertencia en Gálatas.
Gálatas 6:1 Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Ninguno es mejor que otro, todos tenemos falencias de carácter y problemas en el corazón que Dios mismo está puliendo.
Volviendo al versículo 2, dice “Por tanto, no temeremos”, en muchos pasajes e historias Bíblicas aprendemos acerca del temor, y es algo real, y natural. No quiero que pensemos que es algo anormal. Frente a una situación de peligro, va a haber alguna reacción de temor, de adrenalina natural. Creo que lo que está diciendo aquí es que no vamos a tener ese temor paralizante que no te deja seguir adelante ni hacer lo que necesitas hacer. Tendrás el valor de vencer el temor porque sabes Quién es el que está en control de todo.
Hemos leído los peligros físicos que vivió Pablo y sus colaboradores, los resumió muy bien en 2 Corintios 11, algunos en Corinto suponían que Pablo era débil, pero su explicación es que salió airoso por el poder de Dios, en Él era fuerte.
2 Corintios 12:10 Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Cuando las cosas a nuestro alrededor y en nuestro mundo son estables, es fácil darle gracias a Dios y sentir que todo está bien espiritualmente. Pero cuando las cosas no son tan estables, tendemos a sentirnos que no está todo bien. Es por eso que somos adictas a la paz, a lo cómodo, y a ese sentimiento de seguridad. Cuando las olas se incrementan y somos golpeadas por las circunstancias, a menudo nos ponemos ansiosas, inquietas y temerosas.
Dios usa eventos que ponen nuestro mundo al revés para llevarnos a aferrarnos a Él. A veces es fe cruda y franca, donde no puedo ver, no puedo sentir, en que no sé cómo va a terminar esto, cómo Él lo va a resolver o a arreglar. ¿Estás en una aflicción en este mismo momento?, ¿en qué punto estás del temor?, ¿en las profundidades de la depresión?, ¿estás luchando con tus propias fuerzas para resolver las cosas?, ¿estás buscando paz en la meditación? O ¿en alguna pastilla?
Este es el momento para aferrarte a Dios, quien es nuestro refugio, nuestra fuerza y nuestra ayuda, estar de rodillas (como dice una hermana). No estás sola busca una hermana madura y fiel para que ore por ti y contigo en este momento, para qué juntas lean la Biblia.
Con referencia a las pastillas y a la ayuda médica, muchas veces es necesaria porque nuestra mente y cuerpo resiente las tribulaciones, por favor no pienses que es pecado buscar esta ayuda. Solo que la confianza no la pongas completamente en el tratamiento.
Si has puesto tu esperanza en cosas o en personas de este mundo, lo cual todos nosotros lo hemos hecho en un mayor o menor grado, entonces tienes razón para tener temor. Porque cuando tu mundo cede, todo en lo que tú has confiado y esperado y encontrado refugio se perderá también. Será arrastrado.
Pero si tú has puesto tu esperanza en el Dios eterno, aunque todo lo demás a tu alrededor ceda, entonces cuando todo sea dicho y hecho, todavía vas a tener intacta tu Posesión más preciosa y necesaria. Aquellos que han construido sus vidas en el fundamento de este mundo presente un día sufrirán pérdida irreparable al descubrir que para todo aquello para lo cual han vivido es temporal, movedizo, y vulnerable.
Resumiendo en los versículos 2 y 3, vimos que las aguas eran amenazadoras, destructivas y mortales y que derribaron las montañas.
(Sin embargo, avanzando al)
EL RÍO DE DIOS
Avanzando al versículo 4, tenemos un río, pero esta es agua con un efecto muy diferente, fertiliza la tierra, trae vida, refresca, trae gozo y alegría. Leamos juntas
Salmos 46:4-7 Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, Las moradas santas del Altísimo. 5 Dios está en medio de ella, no será sacudida; Dios la ayudará al romper el alba.
6 Bramaron las naciones, se tambalearon los reinos; Dio Él Su voz, y la tierra se derritió. 7 El Señor de los ejércitos está con nosotros; Nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
“El río de Dios”, es una metáfora de la presencia de Dios, de la gracia de Dios, del favor de Dios que bendice y alegra los corazones de Su pueblo. “Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios”.
Este río de Dios hace contraste con las aguas agitadas, el pueblo de Dios aquí se asemeja a una ciudad, y la ciudad de Dios está siendo rodeada y amenazada por enemigos, y como las aguas rugientes de un tsunami, las fuerzas del mal amenazan con abrumar y con tragarse al pueblo de Dios y Su santa ciudad. Pero los habitantes de esa ciudad, Jerusalén, en el contexto del Antiguo Testamento, están calmados.
Se debe a que Dios es su refugio. Él es su fuerza. Él es su ayuda, y están confiando en Él para su protección.
Todas sabemos lo que producen los ríos en una ciudad, es más productiva, hermosa, fructífera, hay vida, así es el río de Dios para nosotras, sin ese río no podemos mantenernos firmes.
Jeremías 17:7-8 Bendito es el hombre que confía en el Señor, Cuya confianza es el Señor.
8 Será como árbol plantado junto al agua, Que extiende sus raíces junto a la corriente; No temerá cuando venga el calor, Y sus hojas estarán verdes; En año de sequía no se angustiará. Ni cesará de dar fruto.
Si estamos plantados junto al agua, nuestra vida será fructífera, Dios nos provee Su propia agua y quiere que de nuestras vidas corran ríos de agua viva ¿Lo recuerdas?
Juan 7:37-39 En el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz: «Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como ha dicho la Escritura: “De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva”». Pero Él decía esto del Espíritu, que los que habían creído en Él habían de recibir; porque el Espíritu no había sido dado todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado.
Hermana, no habrá una fuente de río de agua viva, dentro de mí o dentro de ti, apartadas del Espíritu de Cristo que mora en nosotras. Pero con el Espíritu de Cristo que mora en nosotras hay un manantial inagotable, una fuente de agua viva. La presencia, la gracia y el favor de Dios pueden fluir a través de nosotras en la medida que el Espíritu Santo de Dios nos llena.
Volviendo a la ciudad de Dios, “La santa morada del Altísimo”, era Jerusalén, pero la ciudad de Dios es mucho más que un lugar geográfico. Hay una ciudad espiritual de Dios, y esa es el pueblo de Dios, una comunidad santa de aquellos que son Sus verdaderos hijos, Su Iglesia. La Escritura nos enseña que Dios vive con Su pueblo. Dios mora en medio de Su pueblo. Ellos son Su santa morada.
Así que en el sentido del Nuevo Testamento, esto describe la Iglesia, que somos nosotros, los que realmente ponen su fe en Cristo. Nuestras vidas son Su templo, Su lugar santo. “La santa morada del Altísimo”—esa soy yo, esa eres tú, somos nosotros, es Su Iglesia—la ciudad de Dios.
Y por supuesto, también esperamos la ciudad eterna y celestial de Dios, que Gálatas llama “la Jerusalén celestial” que tiene su culminación definitiva en el cielo. La morada que Dios tiene ahora y está preparando para su pueblo, un cielo nuevo y una tierra nueva, donde habrá gozo y alegría eterna y sin fin—esa ciudad que vemos a la distancia… que no está lejos de Dios, aunque sí luce lejos para nosotras desde nuestra perspectiva.
Sí, avanzamos un poco más
Salmos 46:5 Dios está en medio de ella, no será sacudida; Dios la ayudará al romper el alba.
Esta es una de las promesas más preciosas de Dios para Su Pueblo; Él no solo habita con Su pueblo, sino en Su Pueblo. Dios está en medio de ella.
Levítico 26:11-12 Además, haré Mi morada en medio de ustedes, y Mi alma no los aborrecerá. Andaré entre ustedes y seré su Dios, y ustedes serán Mi pueblo.
Dios está interesado en estar cerca de Su pueblo. La proximidad es importante para Dios. Él no quiere ser un simple Dios del cual oímos y del cual hablamos y asentimos mentalmente.
Él quiere estar en nosotros, habitar en nosotros, estar relacionado con nosotros, tener Su lugar de habitación en nosotros. Esta es la imagen que tenemos del templo del Antiguo Testamento, del Tabernáculo. ¿Cuál era el punto? El punto no era simplemente un edificio o una tienda donde las personas asistían a un servicio religioso, sino que Dios dice, “Haré mi morada en medio de ustedes, estaré en ustedes, y entre ustedes”.
Y no es algo teórico, sino que el Padre lo llevo a cabo en Su Hijo:
Juan 1:14 El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Y también es una promesa
Apocalipsis 21:3 Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: «El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos, y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos.
Salmos 46: 5 Dios está en medio de ella, no será sacudida; Dios la ayudará al romper el alba.
Así es que Dios está en medio de ella, no será sacudida. Esto es, ella no será destruida, ella no será vencida. Esto no quiere decir que no habrá problemas, pero sí quiere decir que cuando Dios está en medio de la ciudad, en medio de Su pueblo, en medio de tu vida, no serás vencida; no serás destruida por los enemigos de Dios.
Matthew Henry dice, “La iglesia sobrevivirá al mundo y estará en plenitud cuando este mundo sea arruinado. La iglesia está edificada sobre la roca, y las puertas del infierno no van a prevalecer contra de ella.” Si Dios es por nosotras, si Dios es con nosotras, no tenemos que ser movidas ante el más violento atentado en contra nuestra.
Dios está en medio del pueblo, sus hijos, y Dios ayuda al romper el alba, es como si Dios estuviera toda la noche trabajando y al amanecer tu vieras cómo Dios te ha estado ayudando.
¡Qué hermosa verdad! ¡Dios mismo, Santo, Todopoderoso, Justo, viviendo en medio de sus criaturas!
Temamos, Creamos y vivamos plenamente estas promesas, Glorificando a Dios en nuestros corazones.
Síguenos en el siguiente episodio para ser Edificada en Cristo.
(Tomado de Nancy Leigh DeMoss, 3 al 13 julio 2017, transcripción de radio. www.AvivaNuestrosCorazones.com)