EL SACRIFICIO DE JESUCRISTO (PARTE I)

La Angustia de Cristo

Estamos en Edificada en Cristo, en una nueva serie, El Sacrificio de Jesucristo, quiero comenzar este episodio recordando el sacrificio de Cristo[i] por la humanidad, y los eventos previos que lo rodearon, un evento triste y también esperanzador. Hoy vamos a situarnos en el huerto de Getsemaní, un lugar en Jerusalén donde vemos la inmensa angustia de Jesucristo al enfrentarse al momento más esperado desde la fundación del mundo, la redención.

Vamos a leer Mateo 26: 36-46 con atención, pausadamente, meditando en las palabras

36 Entonces Jesús llegó con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a Sus discípulos: «Siéntense aquí mientras Yo voy allá y oro». 37 Y tomando con Él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. 38 Entonces les dijo*: «Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quédense aquí y velen junto a Mí».39 Y adelantándose un poco, cayó sobre Su rostro, orando y diciendo: «Padre Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras». 40 Entonces vino Jesús a los discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: «¿Conque no pudieron velar una hora junto a Mí? 41 Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil».42 Apartándose de nuevo, oró por segunda vez, diciendo: «Padre Mío, si esta copa no puede pasar sin que Yo la beba, hágase Tu voluntad». 43 Vino otra vez Jesús y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban cargados de sueño. 44 Dejándolos de nuevo, se fue y oró por tercera vez, y dijo otra vez las mismas palabras. 45 Entonces vino a los discípulos y les dijo: «¿Todavía están durmiendo y descansando? Vean, ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense! ¡Vamos! Miren, está cerca el que me entrega».

Es un momento tan íntimo y nosotras tenemos la oportunidad de sumergirnos en este cuadro impactante, para que meditemos en él y le demos el significado que realmente tiene.

Contextualizando el entorno y el escenario donde se encuentra el Jardín de Getsemaní. Recuerda que Jesús acababa de comer la última cena con Sus discípulos. Cuando se fueron recuerdas ¿qué hicieron? Ellos cantaron un himno (Mateo 26:30)

Jesús sabía que dentro de poco tiempo iba a ser traicionado, arrestado, juzgado y crucificado, por lo que tomó a los tres discípulos más cercanos a Él, a Pedro, a Santiago y a Juan— caminó con ellos desde el aposento alto, atravesando el valle de Cedrón, hasta el Monte de los Olivos, que es más o menos un kilómetro y medio de largo de cadenas de colinas justo al este de Jerusalén. El monte está por encima del templo, es muy boscoso, con un montón de olivos.

En la parte inferior de la ladera del Monte de los Olivos se encuentra el Huerto de Getsemaní esta es una palabra hebrea que significa “prensa de aceite”. Como veremos, se le puso ese nombre de manera apropiada, ya que aquella noche, en medio de los olivos, el Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, fue “oprimido” más allá de todo lo que podemos imaginar.

Leamos el relato de Lucas 22: 39-46

39 Saliendo Jesús, se encaminó, como de costumbre, hacia el monte de los Olivos; y los discípulos también lo siguieron. 40 Cuando llegó al lugar, les dijo: «Oren para que no entren en tentación».41 Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba, 42 diciendo: «Padre, si es Tu voluntad, aparta de Mí esta copa; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya». 43 Entonces se apareció un ángel del cielo, que lo fortalecía. 44 Y estando en agonía, oraba con mucho fervor; y Su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra.45 Cuando se levantó de orar, fue a los discípulos y los halló dormidos a causa de la tristeza, 46 y les dijo: «¿Por qué duermen? Levántense y oren para que no entren en tentación».

No quiero dejar fuera el relato de Marcos así que leamos

Marcos 14: 32-42 32 Llegaron a un lugar que se llama Getsemaní, y Jesús dijo a Sus discípulos: «Siéntense aquí hasta que Yo haya orado». 33 Tomó con Él a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho. 34 «Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte», les dijo; «quédense aquí y velen». 35 Adelantándose un poco, se postró en tierra y oraba que si fuera posible, pasara de Él aquella hora. 36 Y decía: «¡Abba, Padre! Para Ti todas las cosas son posibles; aparta de Mí esta copa, pero no sea lo que Yo quiero, sino lo que Tú quieras». 37 Entonces Jesús vino y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: «Simón, ¿duermes? ¿No pudiste velar ni por una hora?»38Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil». 39 Él se fue otra vez y oró, diciendo las mismas palabras. 40 Y vino Jesús de nuevo, y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban muy cargados de sueño; y no sabían qué responder. 41 Vino por tercera vez, y les dijo: «¿Todavía están durmiendo y descansando? Basta ya; ha llegado la hora; miren, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. 42»Levántense, vámonos; ya está cerca el que me entrega».

Es interesante leer sobre cómo las aceitunas se procesaban para producir ese aceite. Creo que ese proceso es una metáfora o una imagen de lo que Cristo sufrió en ese huerto.

En el proceso del aceite, primero se golpeaban los olivos para que las aceitunas cayeran al suelo. Luego las aceitunas se recogían y se colocaban en un recipiente redondo de piedra; luego se trituraban o se pulverizaban haciendo rodar una gran piedra de molino sobre la cuenca. Cada célula de la aceituna contiene una pequeña gota de aceite de oliva, y cuando la piel de las aceitunas se rasgaba bajo el peso de la piedra, el aceite de cada célula era liberado. Curiosamente, a medida que las aceitunas se trituraban, un líquido rojizo brillante comenzaba a fluir fuera de la fruta.

Se requiere todavía una mayor presión para producir aceite de oliva, por lo que finalmente la pulpa de la aceituna se tritura hasta formar una pasta. Y esa pasta era untada sobre las esteras apiladas, unas encima de la otra debajo de una gran piedra. Esa piedra fue llamada “Getsemaní”, la prensa de aceite. Bajo el peso y la presión de esa piedra enorme, se sacaba más líquido fuera de la pasta, y entonces el aceite se separa de la pasta.

Si deseas ver un poco más de este proceso como se habría hecho en el primer siglo, ve a www.edificadaenCristo.com,y mira el video que dejo allí.

¡Qué imagen tenemos en todo esto, es lo que Cristo padeció en el huerto, en esa “prensa de aceite” en Getsemaní!

Mateo 26:36-37 36 Entonces Jesús llegó con ellos a un lugar que se llama Getsemaní [la prensa de aceite], y dijo a Sus discípulos: «Siéntense aquí mientras Yo voy allá y oro». 37 Y tomando con Él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse.

Marcos 14: 33  Tomó con Él a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho.

En estos dos versículos podemos encontrar 3 palabras que describen el estado de Jesús

  1. Entristecerse, que en griego, es tristeza, dolor interior.
  2. Angustiarse, que en griego, es estar abatido, ansioso.
  3. Afligirse, que en griego, es asombro, asustarse, espantarse.

Imagina el peso de la piedra que descendía sobre Él, apretándolo, presionándolo. Tratemos de empaparnos de esta idea, son emociones muy fuertes, que Jesús en su posición humana sintió. No pensemos que Jesús minimizo estos sentimientos, los vivió todos.

Ahora, de vuelta a

Mateo 26: 38-39 38 Entonces les dijo: «Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quédense aquí y velen junto a Mí». 39 Y adelantándose un poco, cayó sobre Su rostro, orando y diciendo: «Padre Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras».  

Lucas 22: 43-44 43 Entonces se apareció un ángel del cielo, que lo fortalecía. 44 Y estando en agonía, oraba con mucho fervor; y Su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra.

Uno supondría que la presión le sería quitada a través de la aparición del ángel, pero el versículo 44 enfatiza la agonía, incluso su cuerpo reacciono a esta presión. El ángel no lo libero, pero lo ayudo fortaleciéndolo para seguir orando.

Cuantas veces nosotras necesitamos la presencia de una hermana orando por nosotras, cuando nuestras fuerzas están agotadas, no tenemos que pasar solas los momentos de agonía, Dios muchas veces pone hermanas que se están preocupando por nosotras.

La palabra griega agonía,es una palabra que significa “un combate, con un énfasis en el dolor y en el trabajo que implica el conflicto”, se usa para referirse a la emoción temblorosa y a la ansiedad producida por el miedo o la tensión antes de un combate, antes de una lucha o de una pelea.

Él sabe que irá a ese combate contra el infierno para la salvación de nuestras almas, y Él está en esta gran agonía, temblor y ansiedad frente al dolor y al trabajo que implica ese conflicto. Está bajo la piedra, apretado en esa prensa de aceite.

En Hebreos encontramos este cuadro que añade más información al momento,

Hebreos 5: 7 Cristo, en los días de Su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de Su temor reverente.

Seguro se está haciendo referencia a Getsemaní, y dice que Jesús está haciendo oraciones con gran clamor y lágrimas.

“Gran Clamor” son dos palabras que cuando las pones juntas significan “gritos bulliciosos, y poderosos clamores fuertes”. Él está clamando a Su Padre. La piedra es pesada, está presionado hacia abajo. El sudor cae como sangre. Está saliendo aceite debido a la gran presión. Y cada célula de su cuerpo va a ser triturada en la cruz. Él grita. Él está preocupado, está triste. Está muy angustiado. Imagina el cuadro, es muy triste. Está en una agonía. Él clama a gritos.

Y ahora, puedes preguntarte: ¿Por qué Jesús experimentó tal angustia de Su alma al momento de Su muerte inminente, cuando leemos que otros mártires han ido a la muerte con serenidad y cantando?

Bueno, el hecho es que Jesús no fue un mártir, y los mártires que murieron cantando y en paz no sufrían por sus pecados o por el pecado de otros, debido a la muerte de Cristo en la cruz, la culpa y el castigo por sus pecados habían sido eliminados. Así que en los momentos más oscuros de aquellos mártires, que dieron sus vidas por Cristo, a través del peor de su sufrimiento, Dios nunca les dio la espalda o los abandonó, como lo hizo con su propio Hijo.

Jesús no estaba afligido por el castigo o con deseos de salir corriendo, pensemos en lo que significó para Jesús cargar con tus pecados, con los de toda la humanidad, así lo expresan algunos comentaristas:

  1. “Al morir en la cruz, él fue hecho pecado por nosotros (2 Corintios 5:21). Siendo que Dios es de ojos tan puros que no puede tolerar el mal (Habacuc 1:13), volvió la espalda a su bendito Hijo, cuando este fue hecho pecado por nosotros. Es posible que la súplica de apartar de él esa copa se refería a la separación momentánea de la comunión con su Padre en la hora de su muerte”. (Arturo Collins, Estudios Bíblicos ELA: Jesucristo en acción (Marcos) (Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C., 1996), 107.)
  2. “Así pues, la terrible tristeza y ansiedad de las que brota la oración por el paso de la copa no es una expresión de temor ante un destino oscuro, ni un encogimiento ante la perspectiva del sufrimiento físico y la muerte. Es más bien el horror de quien vive enteramente para el Padre ante la perspectiva del alejamiento de Dios que conlleva el juicio sobre el pecado que asume Jesús.” (Acerca de El evangelio de Marcos, Serie: New International Commentary on the Old and New Testament)
  3. “Él se siente como se sentiría un proscrito delante de Dios. Todo lo que implica estar separados de Dios, privados de Su favor, alejados de Su afecto, y ser un hijo de ira, lo siente tan profunda e internamente, como si Él mismo estuviera en esa situación. . . .En ese momento Su alma no está consciente de la presencia de la gracia de Dios, y solo conoce el dolor y la angustia del abandono.” (Krummacher en “El Salvador sufriente”)

Y quiero enfatizar aún más leyendo en

Isaías 53:3-5

3 Fue despreciado y desechado de los hombres,

Varón de dolores y experimentado en aflicción;

Y como uno de quien los hombres esconden el rostro,

Fue despreciado, y no lo estimamos.

4 Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades,

Y cargó con nuestros dolores.

Con todo, nosotros lo tuvimos por azotado,

Por herido de Dios y afligido.

5 Pero Él fue herido por nuestras transgresiones,

Molido por nuestras iniquidades.

El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él,

Y por Sus heridas hemos sido sanados.

Y, en efecto, el hecho de que Jesús fue a la cruz como el substituto, tomando el lugar de los pecadores, es la clave para entender el significado de lo que ocurrió en Getsemaní.

2 Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.

Eso pone nuestros problemas, nuestras presiones y las situaciones en perspectiva, ¿no es así? Nunca vamos a luchar como Él lo hizo, ni en los momentos más oscuros. No podemos ni siquiera entender la profundidad de los horrores de lo que Cristo enfrentó en el huerto de Getsemaní, al contemplar la cruz.

Así que lo vemos en angustia, por el horror del pecado que Él experimentó en nuestro lugar, sufriendo la maldición del pecado. Y por supuesto estaba el asalto del maligno y sus demonios que trataron de conducirlo a la desesperación, para que Él dudara del corazón de Su Padre hacia Él. Ellos trataron de disuadirlo para que no llevara a cabo la obra de la redención.

El contenido de la copa servida ante Él por Su Padre era tan horrible que Él deseaba ser librado de tener que beber esa copa, pero si evitar la copa, o salvarse de esa copa, significaría frustrar la obra de redención, entonces, Él estaba dispuesto a beber hasta la última gota.

Tres veces hizo Su súplica al Padre. “Si es posible que la redención pueda llevarse a cabo sin que yo tenga que beber esta copa, entonces no me hagas beberla.” Una vez más, no es el miedo a la muerte, sino el horror del pecado y de la maldición del pecado.

Pues bien, el silencio del Padre le aseguró que no había otra manera para que el mundo fuera redimido, así que Él no le preguntó de nuevo, sino que se volvió a sus discípulos y les dijo: “¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad, está cerca el que me entrega.” (Mateo 26:46).

Aun en medio de la angustia, la obediencia de Jesús es perfecta, un gran ejemplo para nosotras, su obediencia humilde.

Filipenses 2:8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Hebreos 5:8 Aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció;

Jesús aprendiendo obediencia, cuando en todo fue y es perfecto. Sin embargo, obediencia es uno de los desafíos más grandes para el cristiano, porque implica humillación, implica que hay alguien sobre mí, pero acaso no es reconfortante saber que estamos obedeciendo al único Dios y Señor Jesucristo, que lo dio todo por mí, que se angustió por mí por ti.

  • Así que cuando sientas que estás siendo presionada más allá de tu capacidad de soportar, ve a Getsemaní y recuerda que Él fue presionado más allá de lo que cualquiera de nosotras va a tener que soportar.
  • Recuerda que cuando sea difícil vivir en el estándar de Dios perdonando, amando al enemigo, escapando de la inmoralidad, recuerda a Jesucristo obedeciendo en el camino a la cruz, en medio de la presión.
  • Cuando llegue la tentación y te sientas que no puedes resistir al tentador, ve a Getsemaní y considera a Cristo que resistió la tentación para beneficio nuestro.
  • Cuando tu carne quiere resistirse a la cruz, ve a Getsemaní, y da gracias porque Jesús dijo: “Sí,” a la voluntad de Dios y deja que Él te dé gracia para negarte  a ti misma, toma tu cruz y sigue a Cristo.
  • Cuando tu corazón se duela al ver los horrores del pecado y en los estragos que ves que está sembrando a tu alrededor (y a veces dentro de ti), ve a Getsemaní y adora al Salvador que bebió la copa de la ira de Dios sobre el pecado, para que tú nunca tengas que probar la maldición del pecado.
  • Cuando te preguntes si puedes seguir soportando la presión del dolor y la batalla, ve a Getsemaní, y deja que la victoria de Cristo te dé el valor para ser fiel en la batalla— en todo el camino hacia la meta.

Jesucristo entiende nuestras aflicciones, sabe de qué se trata, sabe cuál es el proceso y lo que nuestro cuerpo puede experimentar a través de las angustias, Dios en su infinita misericordia nos da por garantía al Consolador morando en nosotras para poder soportarlo, por eso también podemos orar para presentar todo a Dios y dejar que él haga Su voluntad, por eso tenemos compañeras de ruta con quien compartir los momentos más difíciles.

Te invito a tomar tu Biblia, a volver a leer y meditar en estos pasajes hasta que logres dimensionar lo que Jesús nuestro Señor hizo, entonces confía, entrega completamente tu corazón a Dios y observa lo que Él hará.

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[i] (Tomado de Nancy Leigh DeMoss, 5 marzo al 25 abril 2014, transcripción de radio. www.AvivaNuestrosCorazones.com)

Más recursos

La prensa de Aceite, Getsemaní
Algo más acerca de la Salvación

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