UN MUNDO QUE SE TAMBALEA (PARTE III)

Estamos en Edificada en Cristo.

En la sesión anterior vimos como estar arraigadas en la presencia de Dios, permaneciendo en Su Palabra, en oración, en alabanza y gratitud, en este capítulo mientras el mundo se tambalea, nosotras nos mantendremos arraigadas en la iglesia.

Arraigadas en la iglesia

Cuando el mundo se tambalea, el lugar donde encontramos seguridad y estabilidad es en la iglesia, entre los hermanos fieles. Este es un punto muy importante para mí, la comunidad donde nos desarrollamos es en la iglesia, el sitio donde están las personas redimidas pero no perfectas.

Vamos a revisar dos aspectos acerca de esta relación

1. Dios nos ha puesto en la iglesia con un propósito

Estamos en la iglesia porque Dios quiere que estemos ahí, necesitamos vivir la vida cristiana junto a otros, el Señor sabía que lo necesitaríamos.

Como dice la Biblia, compartimos en la iglesia el “unos a otros”, llevamos las cargas, nos amamos, nos damos preferencia, tenemos un mismo sentir, nos aceptamos, nos amonestamos, nos servimos, nos perdonamos, nos sometemos unos a otros en amor, nos hablamos verdad, nos enseñamos, nos confortamos, nos estimulamos, nos confesamos los pecados.

Ves que el propósito es muy relevante, no podemos vivir la vida cristiana en nuestras casas, solas, porque ahí es donde Satanás está listo para tomarnos con sus mentiras, por ejemplo con pensamientos como, “nadie comprende lo que estoy viviendo”, “todos son demasiado santos y perfectos y yo no”,

O, por el contrario, “la iglesia está llena de hipócritas”, “yo voy a la iglesia, pero no me relaciono con nadie porque hay mucho pecado”.

Y así nos vamos alejando de las personas, que están en la misma lucha aunque no lo sepas.

Saquemos esos pensamientos si es que los tenemos y vamos acercándonos unas a otras.

Un segundo aspecto es que nos relacionamos a la manera de Dios

2. En la iglesia nos relacionamos a la manera de Dios

            El ejemplo de la vida en comunidad de la iglesia se ve en el libro de Hechos

Hechos 2: 42-47 Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración. Sobrevino temor a toda persona; y muchos prodigios y señales se hacían por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; vendían todas sus propiedades y sus bienes, y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno. Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos.

            Las relaciones en la iglesia las delimita Dios, y aquí vemos un ejemplo válido para el día de hoy, aunque la sociedad nos inclina a ser más individualistas e independientes y solitarios, Dios, en cambio, nos llama a estar juntos.

Si analizamos el texto, vemos que primero “se dedicaban continuamente”, (proskartereō) que se traduce perseverar en, dedicarse a, continuar en, acompañar continuamente, acudir con perseverancia. Entonces aquí hay una actividad intencional, se dedicaba tiempo, se involucraban, había un anhelo.

¿A qué se dedicaban?

  • A “la enseñanza de los apóstoles”, a transmitir y vivir la enseñanza de los apóstoles, que es la enseñanza de Jesús.
  • A la “Comunión” (koinōnia) es una palabra que Pablo empleó a menudo. Su significado básico es “asociación, comunión, compañerismo, relación estrecha”. Había un compañerismo que se traduce en compartir las comidas, compartir la vida, compartir bienes, generosidad. No es un compañerismo intelectual, sino que practico, a esto estamos llamados, para estar juntos, por ejemplo para sentarnos a una mesa y compartir lo que tenemos, donde nos servimos, mostramos amor a través de una comida, donde podemos compartir a Cristo con las vivencias personales. En esa comunión es donde nos conocemos, donde vamos adquiriendo confianza los unos con los otros, donde nos vamos dando cuenta de las necesidades, de que compartimos los mismos problemas y luchas.

Los primeros cristianos se dedicaban, buscaban estas instancias y nosotras ¿lo hacemos?

Cuando no lo hacemos, perdemos una parte del propósito de Dios para la iglesia, nos perdemos esa bendición, recuerden que en un mundo que se tambalea, la iglesia sigue firme.

  • “Al partimiento del pan” en versículo 42, aquí refiriéndose a la constancia en la participación de la cena del Señor en contraste al versículo 46 en cuanto a las comidas diarias. Si no asistimos regularmente a la iglesia, nos perdemos de hacer este memorial, que nos recuerda la razón de ser del cristiano. El sacrificio, muerte y resurrección de Jesús.
  • A “las oraciones”, en un mundo que se tambalea, las cristianas oramos, no solo en forma personal, sino que también en conjunto. En la oración compartimos nuestras necesidades y preocupaciones para presentarlas a Dios. Sabemos que Dios escucha y todo lo puede según Su voluntad.

Hermanas, este es un llamado a permanecer arraigadas en la iglesia, juntas, preparándonos para llegar a la eternidad,  soportándonos unas a otras en nuestros problemas, “soportándonos” en el sentido de sostenernos unas a otras en cada etapa de la vida, no nos escondamos en nuestros hogares como si fuéramos las únicas que estamos en dificultades.

Satanás quiere que te aísles porque te quiere devorar. Quiere que estés sola para devorarte con pecado, con egoísmo, con tentación, poniendo dudas. Los leones rugientes andan buscando a la presa solitaria. Tienes que estar junto a otras. Y quizás pienses, «pues es que yo sí estoy, yo voy a las reuniones, pero todavía me siento aislada». Te puedo recalcar que la comunidad verdadera no sucede cuando nos juntamos como personas piadosas, perfectas. La iglesia no es un club social donde todos nos comportamos de la misma manera. La manera de realmente conseguir ese sentir de estar juntos es cuando reconocemos humildemente que tenemos necesidades espirituales que solo Dios puede suplir, y que necesitamos confesar nuestros pecados unas a otras.

Santiago 5:16 Por tanto, confiésense sus pecados unos a otros, y oren unos por otros para que sean sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho.

Esta es el tipo de relación que necesitamos, donde la realidad es que podemos confesarnos los pecados y orar unas por otras para ser restauradas.

En un mundo que descarta las relaciones inconvenientes y desordenadas al punto de tener esta cultura de cancelación, sabes que cuando estás en una amistad con una hermana en Cristo que es difícil, no cancelas a la persona, cancelas la deuda, perdonas.

Cuando estás en un matrimonio que es desordenado, inconveniente hasta el punto del divorcio, hermana, nunca serás necia permaneciendo en tu pacto cuando eres parte de la historia de la redención en la vida de un hombre.

El llamado de Dios es a estar juntos, a arraigarnos en comunidad, a compartir la vida, con sus cargas y alegrías. Estamos en la iglesia porque es el plan de Dios que estemos ahí, lo que nos une es que Cristo murió por nosotras, debido a que todas estábamos en la misma condición: muertas. Y ahora estamos vivas, llenas de la plenitud de la enseñanza de Dios, llenas de Su presencia.

¿Quieres disfrutar la iglesia? Juntémonos, arraiguémonos juntas en un mundo que se tambalea.

Síguenos en el siguiente episodio para ser Edificada en Cristo y estar arraigada en la Palabra de Dios.

Alfred E. Tuggy, Léxico griego-español del Nuevo Testamento (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2003), 824.

John B. Polhill, Acts, vol. 26, The New American Commentary (Nashville: Broadman & Holman Publishers, 1992).

Tomado (y adaptado) de Nancy Leigh DeMoss, junio 24 a julio 11, 2022, transcripción de radio. www.AvivaNuestrosCorazones.com.

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